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LOS PUENTES Y LAS PUERTAS
Las fronteras de la política argentina a través de sus elites

Mariana Heredia y Paula Canelo (Comps.)

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Introducción

Paula Canelo y Mariana Heredia

Mientras que en la correlación de separación y unificación el puente hace recaer el acento sobre la última y, al mismo tiempo, vence la distancia entre sus pies, distancia que hace visible y medible, la puerta representa de forma decisiva cómo el separar y el ligar son sólo las dos caras de uno y el mismo acto. (…).
Es esencial para el hombre, en lo más profundo, el hecho de que él mismo se ponga una frontera, pero con libertad, esto es, de modo que también pueda superar nuevamente esta frontera, situarse más allá de ella. (…)
Porque el hombre es el ser que liga, que siempre debe separar y que sin separar no puede ligar, por esto, debemos concebir la existencia meramente indiferente de ambas orillas, ante todo espiritualmente, como una separación, para ligarlas por medio de un puente. Y del mismo modo el hombre es el ser fronterizo que no tiene ninguna frontera. El cierre de su ser-en-casa por medio de la puerta significa ciertamente que separa una parcela de la unidad ininterrumpida del ser natural.

Simmel, Georg (1986). “Puente y puerta”, en El individuo y la libertad. Barcelona, Península, pp. 29-34.

1. La frontera como puente y como puerta

Que la democracia es un régimen en crisis perpetua ya lo ha afirmado Rosanvallon (2007) y precisamente en ello reside a la vez la frustración, la apertura y la vitalidad que la distinguen de otros sistemas de gobierno. Tampoco parece novedoso constatar que la crisis de representación que ha acompañado el despliegue de la democracia se focalizó en las últimas décadas en un severo cuestionamiento de sus dirigencias. Sin distinguir geografías, el malestar frente a las elites políticas se ha instalado por igual en las democracias más y menos consolidadas.

Así, tanto en la Argentina como en Francia, en el Brasil o en los Estados Unidos, se acusa a las dirigencias políticas, a la vez, de desoír o de escuchar demasiado a los ciudadanos, de constituir una minoría ajena a la sociedad o de estar incapacitadas técnica y moralmente para ejercer los cargos que ocupan, de permanecer muy cerradas o indolentes, o de ser demasiado porosas a los reclamos de las bases que representan. Las críticas son diversas y muchas veces antagónicas. Algunas proponen expandir la participación popular, mientras que otras persisten en acotarla. Estas contradicciones pueden, sin embargo, convivir en las páginas de los diarios o en las expresiones registradas por las encuestas, porque su grado de generalidad y abstracción poco revela sobre las prácticas políticas y sobre la relación de los ciudadanos con la política. Tampoco son los acusados quienes reaccionan frente a estos embates. Las elites, en competencia por conquistar un electorado cada vez más volátil e insatisfecho, suelen complacer los prejuicios ciudadanos cultivando en ellos una mirada encantada de los grandes liderazgos. Estos vendrían a salvarnos, de una vez y para siempre, de imprecisas pero aterradoras amenazas y, al mismo tiempo, a resolver los problemas cotidianos más concretos y acuciantes. Así, bajo la promesa de un encuentro virtuoso entre Sociedad y Política, siguen quedando en las sombras las múltiples conjunciones que imbrican y median cotidianamente la experiencia social y la experiencia política, la gran diversidad de valores e intereses que estructuran las relaciones humanas y el modo en que cristalizan en las instituciones públicas, políticas y de gobierno.

Inspirada en la invitación de Georg Simmel (1986) de pensar los lazos sociales a partir de las metáforas del puente y de la puerta, de la separación y la unificación, esta obra colectiva le propone al lector reflexionar sobre las fronteras de la política argentina durante las últimas décadas a través del estudio riguroso de sus elites. En este sentido, más que en la cesura que separa y desencuentra a ciudadanos y dirigencias, nos enfocamos en los puentes que conectan de manera permanente, intermitente o azarosa a individuos y grupos diversos de un lado y otro de la política. Estos puentes pueden ser variados: desafíos persistentes y coyunturas críticas, espacios más o menos institucionalizados, agrupamientos con finalidades convergentes que constituyeron ocasiones de choque o encuentro más o menos perdurables. Asimismo, más que interrogarnos por la cerrazón o la apertura de las elites, nos preguntaremos por las puertas que han constituido a la vez vías de acceso pero también de exclusión hacia los altos cargos aquí analizados: jefes partidarios, gobernadores, ministros, parlamentarios, entre otros. En este sentido, atentos a la circulación de las elites, a su perpetuación o movilidad, apelamos a las puertas tanto por su condición de requisitos implícitos e invariantes como por constituir recursos de valoración cambiante que habilitaron el acceso a las más altas posiciones de poder político en nuestro país.

A través de este recorrido, las fronteras dejan de ser frontones de denuncia para adquirir propiedades específicas (Lamont y Molnár, 2002). La atención en los puentes y las puertas señala que las fronteras entre política y sociedad están más estructuradas simbólica que socialmente, es decir, se demarcan con más facilidad en los discursos generales y en las denuncias abstractas que en las prácticas cotidianas o episódicas que vinculan a los ciudadanos con las instituciones y sus elites. Asimismo, esta mirada revela que las fronteras pueden ser muy diversas y cambiantes históricamente: más o menos permeables a la incorporación de ciudadanos comprometidos, militantes, profesionales, políticos de distintos rangos; más o menos determinantes para adoptar las decisiones que involucran al bien común o comprometen al menos a ciertos grupos de la sociedad; más o menos durables o visibles.

2. La aproximación y el aporte de este libro

Combinando las contribuciones de la prosopografía y de la sociohistoria o, dicho de modo menos técnico, el análisis de las trayectorias de los protagonistas y el de los desafíos que enfrentaron y los acontecimientos que protagonizaron, los autores de este libro se proponen identificar persistencias y novedades en la configuración de las elites, precisando tanto la inercia de las organizaciones como los márgenes de libertad e incertidumbre abiertos por la voluntad, el compromiso y la lucha política. En este sentido, si bien dialogan con la teoría política y la teoría social, el gran valor de las diversas contribuciones radica en su arraigo en investigaciones empíricas rigurosas y profundas. Aunque la mayoría de los artículos de esta obra comparte una base de datos de particular ambición y exhaustividad, ninguno de sus autores se ha contentado con limitarse a las trayectorias de las elites políticas allí relevadas, sino que, además, las han complementado con la ubicación institucional e histórica de los protagonistas y procesos analizados.

Con esta estrategia común, el libro realiza dos grandes contribuciones. Por un lado, esta introducción y la mayor parte de la obra sistematizan y profundizan el conocimiento de quienes han ocupado los más altos cargos del poder ejecutivo nacional y provincial, las instituciones parlamentarias y las organizaciones partidarias desde la transición a la democracia en 1983 hasta nuestros días. ¿Hasta qué punto las elites políticas argentinas comparten atributos que las diferencian del resto de nuestra sociedad? ¿Existe alguna relación entre las posiciones que ocuparon y los recursos específicos que detentaron? ¿Se trastoca la valoración de ciertos atributos según se trate de un gobierno militar o civil, peronista o radical, de las posiciones sometidas a escrutinio electoral o de las designadas para acompañar al candidato victorioso? ¿Existen recursos de carácter local o universal, permanentes y cambiantes? En suma, ¿cuánto contribuye al conocimiento de las fronteras de la política argentina el estudio detallado de sus elites y su paso a través de los puentes y las puertas aquí analizados?

Por otro lado, esta obra invita al lector a adentrarse en los grandes movimientos y decisiones que marcaron el pulso de la política argentina desde 1983. ¿Cómo procesaron los partidos políticos mayoritarios sus escisiones internas? ¿Cómo se articularon los agrupamientos que alumbraron al menemismo, a la Alianza, al kirchnerismo? ¿Hasta qué punto distintas provincias argentinas vieron disputar entre sus elencos formas semejantes o diferentes de hacer política y de gobernar? ¿Cuáles fueron los desafíos generales y particulares que enfrentaron los principales ministerios que componen el gabinete nacional? ¿La importancia de los ministros y sus carteras fue semejante en distintos momentos de la historia reciente, y por qué? En síntesis, ¿qué aporta a la comprensión de las estructuras organizativas y los grandes eventos que definieron la historia política reciente el estudio de sus principales protagonistas?

Orientada por estos interrogantes, esta obra colectiva es el resultado de una iniciativa de investigación de singular magnitud para las ciencias sociales argentinas. Los trabajos que aquí se presentan no hubieran sido posibles sin el marco que les brindó el sistema científico y universitario argentino, público y de calidad. La pesquisa de largo aliento que confluye en la publicación de este trabajo no hubiera visto la luz sin el apoyo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina (conicet) y la Universidad Nacional de San Martín (unsam).

Estas instituciones sostuvieron de diferentes formas la labor de los autores aquí reunidos. El apoyo del conicet y de la unsam permitió crear el Programa de Estudios sobre las Elites Argentinas, del Instituto de Altos Estudios Sociales de la unsam, espacio institucional donde desarrolla su actividad la mayor parte de los autores que integran este libro. Este programa de investigación reúne y articula diferentes proyectos que analizan las transformaciones de las elites en diversas esferas de la sociedad argentina, propiciando un espacio para el debate y la actualización teórico-metodológica, la discusión de los avances de investigación y la integración de los hallazgos de cada proyecto. Además, el conicet y la unsam otorgaron a los autores de este libro becas de investigación y formación, equipamiento, sede de trabajo y otros numerosos recursos, así como sucesivos subsidios de investigación.11. Todos los subs (…) Finalmente, la editorial de la Universidad, unsam edita, publica este libro dentro de su colección Ciencias Sociales.

A su apoyo se suma el de otras instituciones públicas, como la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de General Sarmiento, la Universidad de Mar del Plata, la Universidad del Litoral y la Universidad de Cuyo, donde varios de los autores desempeñan su labor como investigadores, becarios y docentes. Corresponden también agradecimientos especiales para Julia Gentile, coordinadora técnico-académica del Programa de Estudios sobre las Elites Argentinas, así como para los alumnos de las carreras de Sociología de la uba y de la unsam que, iniciándose en el oficio de la investigación, contribuyeron con su tiempo y compromiso a la realización de este estudio.

3. La producción de datos primarios novedosos

Si bien los capítulos de este libro se sostienen en distintas fuentes y estrategias metodológicas, el producto de investigación que federó inicialmente muchos de los esfuerzos aquí reflejados fue una gran base de datos llamada “Elites políticas y económicas argentinas – idaes-conicet”. Hasta el momento esta abarca el período comprendido entre 1976 y 2015, y se ha desarrollado con sede en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la unsam. En efecto, ante la inexistencia de diccionarios biográficos como los Who’s who (disponibles para períodos anteriores de la Argentina y para otros países en la actualidad) y ante el carácter parcial y disperso de los repertorios disponibles,22. Por ejemplo, A (…) nos propusimos recabar, de primera mano, información sobre las altas dirigencias del país para el período más reciente.

En la medida en que el proyecto se propuso relevar con exhaustividad y sistematicidad los principales elencos de la vida económica y política del país para casi cuatro décadas, la tarea se reveló titánica. Por un lado, con algunas excepciones, los principales empresarios, altos managers y dirigentes corporativos argentinos del período se han caracterizado por una singular fluidez y discreción. Resultó entonces extremadamente dificultoso identificar sus nombres, y más aún precisar algunos datos básicos de sus trayectorias.33. Para el detall (…) Por otro lado, el Estado argentino, en sus diversos niveles y carteras, no se caracteriza precisamente por atesorar información que lo comprometa. Aunque las posiciones políticas, nacionales y provinciales, ejecutivas y administrativas detentan mayor estabilidad y visibilidad que las del sector privado, de todas maneras resultó laborioso completar los nombres de sus ocupantes y, sobre todo, precisar algunos de sus atributos sociodemográficos básicos.44. Sobre el poder (…)

Finalmente y de acuerdo con la perspectiva teórica que nos animaba y con las preguntas fundamentales que orientaban la investigación, el módulo elites políticas quedó integrado por el universo de las más altas elites ejecutivas electivas nacionales (presidente y vicepresidente) y provinciales (gobernadores, interventores, intendentes y jefes de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), así como por una muestra de los 8 ministros más estables del gabinete nacional para el período 1976-2015. Estos criterios llevaron a totalizar 586 entradas que repiten tantas veces como fuera necesario a quienes ocuparon las posiciones mencionadas más de una vez (por reelección en el caso de las elites ejecutivas, repetición en el caso de los ministros o rotación entre cargos).

Para identificar a los ocupantes de esas altas posiciones políticas y completar los datos de interés, se procedió a la triangulación de distintas fuentes de información –nóminas, material de archivo y periodístico, información en línea, los curriculum vitae, biografías y reportajes publicados– y, en caso de que fuera posible, se realizaron entrevistas.55. El Programa de (…) Numerosos estudios ya han precisado las dificultades de entrevistar a miembros de las elites y de contar con información confiable de estos profesionales de la palabra, diestros en ocultar lo que es desfavorable para su persona.66. Ver, por ejemp (…) Los datos de nuestra base adolecen por tanto de esas limitaciones, a las que se agregan aquellas propias de un estudio ambicioso y exhaustivo como el propuesto, esto es, arrastrar posibles inexactitudes de las numerosas y fragmentarias fuentes empleadas, así como la imposibilidad de distinguir en ciertos casos si la falta de algunos datos –por ejemplo, máximo nivel educativo alcanzado o cantidad de hijos– obedece a su ausencia o a su desconocimiento.77. Dicho de otro (…) Siguiendo las reglas del oficio, recurrimos al empleo de distintas fuentes y al cuidadoso ajuste de las contradicciones identificadas, lo que nos permite afirmar que, más allá de estas limitaciones, se trata de la base de datos más completa y confiable existente sobre los grupos y período analizados.

4. ¿Quiénes nos gobiernan?

Si los distintos capítulos de esta obra colectiva ahondarán, más adelante, en las singularidades de distintas fracciones delimitables dentro de las elites políticas, es ésta la ocasión para adelantar algunos de los hallazgos más generales arrojados por el trabajo de investigación más amplio que generó la base. ¿Qué nos indican los datos relevados y sistematizados sobre las puertas y puentes que integran y unifican o separan y excluyen a los individuos de los más altos cargos de la política argentina? O, dicho de otro modo, ¿qué pueden indicarnos ciertos atributos sociodemográficos sobre los filtros, las porosidades y las mediaciones selectivas que facilitan y dificultan el acceso a los puestos más encumbrados de gobierno?

Mencionamos anteriormente que la base de datos elaborada listó primero posiciones de elite, para luego sobre ellas identificar ocupantes (individuos). La distinción se revela crucial si se busca considerar el nivel de apertura o cierre de las elites políticas argentinas. Podría concluirse que, cuanto más cerrada es una elite, mayor tendencia tendrá a monopolizar durablemente las principales posiciones políticas. En este sentido, los hallazgos generales de nuestro trabajo son contundentes y nos permiten establecer una clara diferencia en la dinámica política a nivel nacional y provincial.

Comencemos por decir que a nivel agregado, las 586 posiciones relevadas fueron ocupadas por 399 personas. Dicho de otro modo, aun cuando 283 individuos ocuparon solo un cargo dentro de la elite, 116 ocuparon dos cargos o más. La acumulación sucesiva de muchos cargos no parece, sin embargo, ser tan acentuada, y se concentra principalmente en los gobernadores: apenas 51 personas ocuparon tres cargos o más, y de estas 51, 44 fueron gobernadores. A su vez, de estos 44, 36 solo acumularon cargos ejecutivos en sus respectivas provincias. Se destacan así Arnoldo Castillo (de la provincia de Catamarca), Gildo Insfran (de Formosa), Adolfo Rodríguez Saá (de San Luis) y Roberto Ulloa (de Salta) con 5 mandatos cada uno, así como José Gioja (de San Juan), Rubén Marín (de La Pampa), y Domingo Manuel Trimarco (de Neuquén) con 4. Sus nombres nos permiten reconocer que, además, la permanencia de estos individuos trasciende el clivaje dictadura/democracia.

A diferencia de las elites ejecutivas nacionales y provinciales, que fueron relevadas en su totalidad, solo incluimos una muestra de los ministros más importantes y estables del gabinete nacional: Economía, Relaciones Exteriores, Trabajo, Bienestar Social/Salud, Educación, Justicia, Interior y Defensa. Aun cuando el número de ministerios fue cambiante a lo largo del siglo xx para emanciparse finalmente de las limitantes que imponía la Constitución hasta 1994, las carteras relevadas siguen constituyendo el eje principal de la administración central. La Jefatura de Gabinete de Ministros fue creada en ocasión de la última reforma constitucional e incluida en nuestra base desde 1995. A diferencia de las elites ejecutivas electivas que tendieron a perpetuarse, las no electivas han sido más cambiantes. Relevamos 197 posiciones ministeriales y 155 personas que las ocuparon. Las administraciones peronistas (de mayor duración) fueron también las que registran los altos funcionarios más estables: Erman González, Aníbal Fernández y Alicia Kirchner (con 4 ejercicios ministeriales cada uno); Eduardo Bauzá, Domingo Cavallo, y Carlos Tomada (con 3). Solo José Horacio Jaunarena se agrega a este podio con 3 cargos, durante administraciones radicales y peronistas. El singular Domingo Cavallo revistió en administraciones de conformación militar y civil, peronista y radical.

Nuestros datos corroboran, en consonancia con lo afirmado por Behrend (2011), De Luca (2008) y Lodola (2009 y 2015), que la dinámica política nacional ha tendido a ser en la Argentina un poco más competitiva que la provincial. Los mayores niveles de perpetuación y cierre de las elites se registran en ese segundo nivel. Si bien es cierto que el período bajo análisis registró dos reelecciones, y que en ambos casos se trataba de dirigentes peronistas, las elites ejecutivas nacionales han promovido una renovación mayor de sus miembros que las del nivel provincial. Esta afirmación general corre también para el partido dominante: como bien ha afirmado Calvo (2013), en el caso del peronismo, “una marcada estabilidad en el voto acompaña una significativa rotación de sus élites partidarias”.

Pero los filtros no remiten solo a los que se perpetúan en el tiempo en los cargos más altos, o a quienes se limitan a transitar por ellos. Vistos de manera agregada, los miembros de las elites políticas argentinas presentan características sociodemográficas que permiten también dar cuenta de los requisitos explícitos e implícitos para acceder a las más altas posiciones del gobierno y la administración.

No por conocida y crecientemente denunciada, la cifra que identificamos en términos de género es menos contundente: el poder sigue siendo un juego casi exclusivamente masculino. Aun incluyendo a la administración de Cristina Fernández de Kirchner (que se destacó por promover la participación de altas funcionarias mujeres), más del 95 % de las elites incluidas en este trabajo son varones. El predominio resulta levemente superior en el caso de las elites provinciales que en las nacionales (98 % vs. 92 %), y mayor en la última dictadura que en los gobiernos civiles (100 % vs. 94 %), aunque es innegable que las diferencias siguen siendo mínimas, y que el llamado “techo de cristal” sigue siendo determinante. Asimismo, las carteras ministeriales que han sido más receptivas a la participación femenina no dejan de reafirmar el machismo reinante, dado que se ha tratado de aquellas áreas de intervención “tradicionalmente femeninas”: Educación, Bienestar Social y Salud.

Federal en su construcción –por el peso acordado a las autoridades provinciales–, nuestros datos siguen indicando cierto porteñocentrismo de las elites ministeriales nacionales. Aun cuando, la confianza personal continúa siendo un criterio fundamental en la elección de los ministros del presidente –como mostrarán los capítulos de la tercera parte de este libro–, es innegable que su reclutamiento tendió a premiar el nacimiento en las cercanías de las sedes del gobierno central (ciudad de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires). Muy probablemente esto se deba a la falta de instancias nacionales de consagración profesional; en contraposición, la visibilidad y los vínculos que habilita “la capital” son muy difíciles de compensar desde el nivel subnacional. Así, si bien la provincia de ejercicio de los exgobernadores-presidentes pudo haber pesado en las designaciones, en términos agregados, 60 % de los ministros relevados nacieron en la ciudad o en la provincia de Buenos Aires, y 18 % de ellos en las provincias más prósperas, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.

Aunque menos problemática, la formación universitaria de las elites políticas argentinas no deja de mostrar las puertas que a la vez habilitan y excluyen a los individuos de las más altas posiciones de gobierno. Mientras que los datos del Censo Nacional Argentino de 2010 dan cuenta de que apenas el 15 % de la población ocupada tiene estudios superiores o universitarios, entre las elites aquí analizadas (que incluyen períodos históricos donde el acceso a la educación universitaria era aún más restringido), el 89 % tenía estudios superiores, entre los que incluimos las formaciones militares. Los gobiernos civiles no presentan altos funcionarios con carreras militares pero alcanzan casi la misma cifra (86 %) de profesionales.88. La cifra podrí (…)

La disciplina o carrera de formación universitaria presenta regularidades contundentes. Mientras que los funcionarios de la última dictadura muestran una –obviamente– muy alta proporción de formación en armas (66 %), son los abogados quienes siguen dominando la formación de las elites civiles (52 %), tanto a nivel nacional (46 %) como provincial (57 %). El menor peso de los hombres de leyes a nivel nacional expresa la pluralización de profesiones conocida, entre otras dependencias, por el gabinete nacional, tras el retorno a la democracia. En efecto, allí donde antes predominaban casi exclusivamente militares, abogados y, muy detrás, ingenieros, han venido a sumarse después de 1983 los economistas (25 %), médicos (9 %), sociólogos (4 %), ingenieros (4 %) o politólogos (3 %). La persistencia del derecho como una de las “llaves que abren todas las puertas” es innegable y el perfil de los presidentes así lo atestigua, pero se ha ido ampliando poco a poco el espectro de profesionales habilitados a ejercer funciones de gobierno.

Tras estas primeras pinceladas generales y descriptivas, varias de las contribuciones de este libro revelan la riqueza de los datos relevados para comprender universos específicos, puentes y puertas particulares que vinculan a las elites con diversos espacios y grupos de la sociedad argentina.

5. Plan del libro

Enfocado en el período que se abre con el retorno de la democracia, este libro se organiza en tres grandes partes. La primera parte, “Las elites partidarias en acción: la conformación de coaliciones políticas”, se consagra al análisis de la génesis de dos de las principales coaliciones que gobernaron el país tras el regreso de la democracia: el menemismo y la Alianza. Inscriptos en la sociología de los partidos políticos que viene desarrollándose con vigor en el país (Levitsky, 2005; Ferrari, 2009; Ferrari y Mellado, 2016; Obradovich, 2016; Vommaro y Morresi, 2015; entre muchos otros), las contribuciones de Marcela Ferrari y Gabriel Obradovich revelan el nivel de fragmentación de los partidos mayoritarios argentinos, el dinamismo de sus luchas internas, la capacidad de los sectores desplazados para rehacerse y los mecanismos institucionales específicos que permitieron resolver grandes disyuntivas de la política en los últimos años. En ambos trabajos el lector encontrará tanto a los grandes nombres protagonistas de la política nacional (Antonio Cafiero, Carlos Menem, Raúl Alfonsín, Eduardo Duhalde, Fernando de la Rúa, Eduardo Angeloz, entre otros) como a figuras menos visibles en el escenario mediático pero igualmente claves.

En el primer capítulo, “La constitución del menemismo en la provincia de Buenos Aires”, Marcela Ferrari se adentra en uno de los territorios más apasionantes y desconocidos de la política argentina para analizar el proceso por el cual la Renovación Peronista, liderada por Cafiero, que había protagonizado un ascenso notable a principios de la década de los ochenta, debió abrirle paso a la coalición que respaldó la candidatura presidencial de Menem, futuro presidente de los argentinos por una década. A través del análisis del ascenso del “menemismo” en la provincia más importante del país entre 1986 y 1988, Ferrari profundiza en el estudio de las prácticas de los actores político-partidarios relativas a la cooptación concertada de dirigentes, al uso instrumental de la legislación y el cronograma electorales, y a la campaña interna. El capítulo muestra de qué forma una selección orientada por principios democráticos que, según las proyecciones de los renovadores, debía sustituir los elementos tradicionales del peronismo por visiones más institucionalizadas de la política, contribuyó, sin embargo, a restaurar algunos de ellos.

En el segundo texto, “Las elites partidarias de la Unión Cívica Radical y la formación de la Alianza (1990-1997)”, Gabriel Obradovich reconstruye la profunda crisis atravesada por las elites radicales durante los años noventa y muestra el posicionamiento cambiante de las distintas fracciones internas ante la posibilidad de constituir un frente con el Frente País Solidario (frepaso), proceso que culminó con la conformación de la Alianza que llevaría a De la Rúa a la presidencia de la Nación en 1999. El autor parte del supuesto de que el enfrentamiento de las elites en las distintas coyunturas electorales condicionó los posicionamientos de los referentes radicales en el largo plazo, así como también las estrategias del partido. El estudio vincula las acciones y decisiones de los dirigentes con el modo en que se estructura la lucha de las elites; así, la coalición con el frepaso no se explica solamente, ni principalmente, por la simple búsqueda de éxito electoral, sino sobre todo, por la necesidad de conquistar el poder interno del partido desplazar al grupo que monopolizaba los principales cargos en la organización partidaria.

La segunda parte del libro, “Las elites provinciales en su locus: itinerarios biográficos, recursos y luchas”, se focaliza en el análisis, desde el regreso a la democracia, de tres casos: los de las elites políticas de las provincias de Mendoza, Santa Cruz y Santa Fe. Esta parte se propone enriquecer una nueva línea de trabajo sobre el federalismo argentino y sus protagonistas, que propone restituirle especificidad a las miradas “nacionales” recuperando el prisma local para entender la política y sus actores (Campomar y Suárez, 2014; Landau, 2012; Lascurain, 2016; Levita, 2015; Lodola, 2009; Mauro, Pratz y Ortiz de Rozas, 2015; Ortiz de Rozas, 2014; Rodrigo, 2013; Sosa, 2014, entre otros). A la constatación de la singular dependencia financiera de muchas provincias (Leiras, 2013) y de las dinámicas locales que muchas veces reniegan del cambio de régimen político alcanzado a nivel nacional (Gibson, 2005), las contribuciones de María Virginia Mellado, Pamela Sosa y María Cecilia Lascurain proponen una mirada novedosa que no se centra en las provincias más pobres (que suelen ser las más trabajadas), sino en tres jurisdicciones particularmente prósperas y dinámicas de nuestro país.

En “Los caminos del ascenso. Movilidad y formas de entrada en política de las elites mendocinas (1983-1999)”, María Virginia Mellado analiza las formas de entrada en política y los espacios privilegiados para lograr posiciones de ascenso y movilidad en esta actividad, examinando las trayectorias de diferentes miembros de la elite política mendocina, entre ellos senadores y diputados nacionales, diputados y senadores provinciales, gobernadores y vicegobernadores, ministros de gobierno e intendentes, todos ellos electos durante el período 1983-1999. La autora no considera a la política como una esfera autónoma, sino inscripta dentro de lógicas sociales que dan forma al campo político. Por esa razón, propone indagar en las formas de politización de los lazos sociales, y las maneras en que estos son movilizados para alcanzar o reproducir posiciones de poder y prestigio. A través del estudio de los espacios de socialización más tempranos, como la familia, la militancia católica, los colegios secundarios y los círculos universitarios, Mellado identifica espacios claves donde se forjan identidades políticas y formas de movilización de las profesiones de origen. A partir de ellos, explica cómo los trayectos longitudinales de vida y las formas en que los lazos sociales se movilizan colaboran tanto en la “entrada” al campo político como en el desempeño de una carrera profesional.

En el capítulo “Los dirigentes del Frente para la Victoria Santacruceña: una elite de militantes”, Pamela Sosa analiza a la “militancia” como una práctica central de la organización fundada y conducida por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, y antecedente del Frente para la Victoria. Contra las miradas que asocian la militancia exclusivamente con la actividad desarrollada por las bases partidarias, la autora muestra que, al menos en este caso, la condición de militante fue un atributo compartido también por la elite dirigente del partido. El capítulo muestra que este atributo se forjó en la experiencia política del espacio local de la provincia de Santa Cruz, en la que surgió y se consolidó hacia fines de los años ochenta y principios de los noventa el kirchnerismo como fuerza política. Sosa sostiene que fue precisamente su condición de “elite de militantes” la que permitió que un pequeño grupo de personas mantuviera una considerable estabilidad en el poder provincial y resolviera buena parte de los problemas propios de los grupos partidarios provinciales. Así, la “militancia” constituyó, en el caso del Frente para la Victoria, un capital político fundamental, en su vertiginoso ascenso hacia la presidencia de la Nación.

Cerrando la segunda parte del libro, María Cecilia Lascurain estudia, en “Mundo sindical, confianza y expertise: los puentes de acceso a la elite ejecutiva en Santa Fe (1983-2007)”, el perfil y las vías de reclutamiento de los gobernadores y vicegobernadores peronistas de esta provincia. La autora realiza una exploración cualitativa de las trayectorias biográficas, sociales, educativas, profesionales y políticas de los individuos que formaron parte de estas elites ejecutivas. Así, muestra que los cambios en el perfil y en las vías de reclutamiento dan cuenta de procesos más generales que atravesaron a la elite política argentina desde el retorno de la democracia. Entre otros, la “desindicalización” del justicialismo, la “personalización” de la política en torno a nuevos liderazgos y el creciente protagonismo de los “expertos” y los “técnicos” en la organización de la vida política y social. Asimismo, el análisis de estas trayectorias le permite a Lascurain distinguir dos formas diferenciadas de ingreso (o “puentes”) hacia posiciones de elite: primero, el “puente sindical”, es decir, la pertenencia al mundo del sindicalismo peronista local; segundo, la confianza del máximo líder político provincial (en este caso, el gobernador Carlos Reutemann); tercero, la posesión de credenciales técnicas, que se delinea como otro elemento de acceso privilegiado a las más altas esferas de poder provincial en Santa Fe.

La tercera parte de esta obra, “Las elites ministeriales: instituciones, atributos y desafíos de los hombres del presidente”, se dedica al estudio de las elites ministeriales, ubicadas en la intersección entre el aparato estatal y las coaliciones gubernamentales. Con análisis detallados de las carteras de Defensa, Trabajo y Desarrollo Social, e Interior y la Jefatura de Gabinete de Ministros, desplegado respectivamente por Paula Canelo, Luisina Perelmiter y Vilma Paura, y Mariana Gené, se estudian los problemas, soportes organizacionales y criterios de reclutamiento que caracterizan estos espacios fundamentales del Poder Ejecutivo Nacional. Del mismo modo que en el apartado anterior, estos trabajos participan de un renovado interés por comprender cómo y por qué las decisiones políticas y las políticas públicas se intersectan en las prácticas cotidianas de los miembros del gabinete de ministros. Dialogan así no solo con la literatura de la región que le ha atribuido cada vez más interés a los gabinetes como piezas clave de los gobiernos latinoamericanos, sino también con estudios locales interesados en la conformación de equipos de gobierno (Amorim Neto, 2006; Camerlo, 2013; Canelo, 2014 y 2016; Chasquetti, Buquet y Cardarello, 2013; Dávila, Olivares y Avendaño, 2013; De Luca, 2011; Gené, 2012 y 2014 a y b; Giorgi, 2014 y 2015; Heredia, Gené y Perelmiter, 2012; Pomares et al, 2014, entre otros).

En el primer artículo, titulado “Ministros políticos y ministros técnicos. La ‘cuestión de la Defensa’ en la Argentina desde 1966 hasta la actualidad”, Paula Canelo propone un análisis empírico y sociohistórico del reclutamiento de los ministros de Defensa. El estudio de las credenciales y atributos de estos individuos, y sus transformaciones a lo largo del tiempo permite a la autora reflexionar sobre cuestiones más amplias. En primer lugar, sobre la naturaleza paradójica del Ministerio de Defensa argentino: la cartera más específicamente militar en un país de tradición militarista, y, al mismo tiempo, un “ministerio de tercera línea”, muy lejos de las supercarteras de Economía, Interior o, más recientemente, la Jefatura de Gabinete de Ministros. En segundo lugar, sobre los vínculos existentes entre los perfiles ministeriales y la cambiante jerarquía que la “cuestión de la Defensa” tuvo en la agenda gubernamental durante estas décadas. Por un lado, los ministros políticos que ocuparon la cartera, aunque carecieron de trayectoria y formación específica en el área, fueron valorados por su vínculo de confianza con el presidente y por su experiencia política, en tiempos de elevada conflictividad militar. Por otro lado, los ministros técnicos, que reinaron durante los noventa, compartieron un conjunto de atributos fundamentales en tiempos de “ajuste” estatal: credenciales adquiridas en el área económica, tanto en términos de redes de relaciones como de formación educativa o experiencia profesional, y una elevada internacionalización.

En el segundo capítulo de esta sección, “Los ministros del trabajo y la pobreza en democracia. Entre arraigos sociales, vínculos políticos y desafíos de gestión”, Luisina Perelmiter y Vilma Paura indagan sobre las elites estatales “del bienestar”, desde la reinstitucionalización democrática hasta la actualidad. Las autoras analizan a estas carteras por su carácter de escenarios institucionales fundamentales desde los cuales el Estado se vincula con los sectores populares y en los que se expresa y dirime buena parte del conflicto social. Mediante una reconstrucción de los perfiles de los ministros de Trabajo y de Desarrollo Social argentinos, y del estudio de los entramados institucionales y de gobierno en los que desarrollaron sus gestiones, el capítulo muestra que los arraigos sociales, los vínculos políticos y los desafíos de gobierno tienen una gravitación distinta en la designación los dos ministerios estudiados. En el caso del Ministerio de Trabajo, consolidado y dedicado a regular la relación capital-trabajo, el actor sindical ha sido un interlocutor permanente y una fuente ineludible de arraigo social. En la cartera dedicada a la asistencia, con valoraciones divergentes y mutaciones constantes, el mundo social a gobernar resulta más heterogéneo, y las posibilidades de arraigo más difíciles y menos fecundas para el presidente. El trabajo suma, así, elementos para comprender las lógicas de gobierno del mundo popular en democracia a través de sus elites, y desde allí contribuye también a conocer su composición.

El libro concluye con un capítulo de Mariana Gené, “Ministerios políticos del gabinete nacional: perfiles y puertas de entrada de sus elites en democracia”. La autora analiza los perfiles de los Ministros del Interior y de los Jefes de Gabinete argentinos entre 1983 y 2015, considerándolos dos posiciones institucionalizadas de los “hombres fuertes del presidente”. Gené contrasta así dos importantísimos ministerios de intermediación política, que poseen historias institucionales particularmente distintas, pero que tendieron a solaparse y superponerse en algunas de sus funciones y principales responsabilidades en nuestra historia reciente. El artículo analiza las credenciales y trayectorias que facilitaron la llegada de los ministros y jefes de gabinete a sus puestos, así como su vínculo con los desafíos de cada cartera. De esta forma, muestra que la carrera política previa y la proximidad con el presidente se consolidaron como llaves de entrada a estas posiciones, y también como principios de autoridad ante sus interlocutores (con cierta preeminencia de la carrera previa en Interior y de la confianza presidencial en la Jefatura de Gabinete). La autora revela que las largas trayectorias en el mundo político-partidario resultan relevantes en tanto aseguran un conocimiento de sus participantes y de sus reglas formales e informales. Asimismo, estos recorridos biográficos proveen un conjunto de destrezas y habilidades que revisten gran utilidad a la hora de enfrentar los desafíos de estas carteras: entablar negociaciones con actores políticos en distintas escalas, procurar alianzas y planificar estrategias, tanto con el fin de garantizar la gobernabilidad como con el de reproducir el poder gubernamental.

Lejos de intentar constituirse en tribunal de las elites políticas argentinas contemporáneas, esta obra procura aportar elementos diversos, pero siempre apoyados en investigaciones empíricas rigurosas y profundas, que permitan desentrañar los puentes y las puertas que han unido y separado a las elites de otros miembros de la sociedad.

Así, con la novedosa información producida en el marco de un proyecto de investigación colectivo y de largo aliento, y las interpretaciones avanzadas para comprenderla, los autores convocados en este libro intentan contribuir, más que a la producción de certezas, a la problematización de un vínculo donde, están convencidos, se sitúan los grandes desafíos, las esperanzas y las frustraciones de nuestra vida común en democracia.

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1.

Todos los subsidios conicet y unsam obtenidos por el equipo de investigación estuvieron enmarcados dentro del Programa de Estudios sobre las Elites argentinas del idaes-unsam, dirigido por Paula Canelo, Ana Castellani y Mariana Heredia. El más reciente es el pip conicet n.º 146 “¿Renovación de las elites? Perfiles sociológicos, modos de interacción y posicionamientos públicos de las elites políticas, económicas y tecnocráticas durante los años kirchneristas (2003-2015)”, dirigido por Paula Canelo.

2.

Por ejemplo, Argento y Gerschenson (1999); Grupo de Comunicación del Congreso de la Nación Argentina (1994); Nogués (1989); Pereira (2017); Quirós (1986); Sanguiao (1998); Vélez (1997).

3.

Para el detalle del módulo elites económicas, recomendamos Castellani (2016) y las tesis de Cobe (2015) y Dulitzky (2014); sobre las elites políticas, Sosa (2014). Un primer análisis conjunto de los hallazgos de las elites económicas y políticas puede ser consultado en Canelo, Castellani y Heredia (2014).

4.

Sobre el poder legislativo argentino, existen algunas nóminas que incluyen datos profesionales, educativos y sociales, como De Riz y Feldman (1990), Grupo de Comunicación del Congreso de la Nación Argentina (1994) y Velez (1997). También trabajamos sobre datos oficiales en bases en línea, muchas de ellas ya no disponibles, como Base de Datos de los Senadores Nacionales 1854-2002, Senado de la Nación Argentina; Nómina Legislativa Argentina. Nómina Oficial de todos los Diputados desde la Organización Nacional, Cámara de Diputados de la Nación (1854-2009); y Archivo histórico de la Dirección Nacional Electoral, Ministerio del Interior de la Nación Argentina. Fue de especial valor la información disponible en el Archivo del Centro de Estudios de la Situación y Perspectiva de la Argentina (cespa), del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

5.

El Programa de Estudios sobre Elites federa distintas investigaciones individuales, todas ellas enmarcadas en estudios de posgrado de maestría o doctorado. Los datos recabados en las entrevistas realizadas para estas tesis y para diversas publicaciones de los miembros del equipo de investigación nutrieron la base de datos general.

6.

Ver, por ejemplo, Gené (2014b), Khan (2012), Perissinotto y Codato (2008), y Laurens (2007).

7.

Dicho de otro modo, no era posible discernir si se trataba de casos perdidos –sin datos– o de ausencia del atributo indagado –sin estudios, sin hijos–. Asumimos que la información que no aparecía en las fuentes consultadas era inaccesible e incluimos una categoría que englobaba casos perdidos y sin respuesta.

8.

La cifra podría ser más alta porque computamos como “sin estudios” a aquellos sin datos (10 %).